En esta danza, ejecutada con un fino sentido de humor, los danzantes van ataviados con el traje peculiar de los campesinos de esa zona, que consiste en camisa de manta blanca y calzones del mismo material con la parte baja finamente bordada; llevan máscaras de pasta de caña de maíz, madera o barro con facciones sonrientes de ancianos desdentados pero, con el color de la piel rozagante y sonrozado de la juventud.
Al danzar, sus movimientos de viejos achacosos y encorvados se transforman de pronto en alarde de vigor y agilidad, en estruendosos zapateados que contrastan con ataques de tos, temblores que provocan caídas y jocosos intentos de sus compañeros por revivir al accidentado. Con estas mismas caraterísticas existía desde antes de la conquista.
http://www.youtube.com/watch?v=BsIHDzklhWE
bibliografia.- Por lo general se baila el día de Navidad, el día 26 de diciembre, el día de Año Nuevo, el día de la Epifanía y el de la Candelaria. Los danzantes consideran al Niño Dios como el patrón de los viejos.
Los viejos de la Sierra Tarasca son solemnes y espléndidos y se comportan con dignidad. Sus danzas pueden durar horas sin que haya indicios de fatiga en los participantes que son de todas edades. Se les considera personas serias cuyo comportamiento contrasta con el de los payasos que les acompañan y se burlan continuamente de ellos.
Los danzantes usualmente hacen votos para danzar toda su vida a la Virgen de la Inmaculada Concepción después de pedirle que les restablezca la salud o para tener éxito en algunos negocios o un viaje. Los niños danzan porque sus padres han hecho los votos en su nombre. Las máscaras de los viejos son por lo general de rostros dulces y tiernos; se dice que deben parecer "gente decente y humilde".
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